Dios no creó al mundo para que sea así.

Dios lo creó para que sea un paraíso. Dios quiere que vivamos, no que muramos.

“¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado -dice el Señor- sino más bien en que se convierta de su conducta y viva?” Ez 18,23.

Pero es el hombre, con sus decisiones equivocadas y las acciones egoístas que lleva a cabo.

Quien ha convertido al mundo en un desastre.

¿Pero … es posible que el mundo sea distinto?