El deseo de Dios es que hagamos su voluntad; y su voluntad es:
Que caminemos a su luz, que obremos el bien, que ayudemos, que perdonemos…
Que elijamos siempre ponernos del lado de la verdad, de la justicia, de la vida y del bien.
Y que de ninguna manera nos hagamos cómplices de la mentira ni de la injusticia.
Ni siquiera en las cosas más triviales y ordinarias de la vida.